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viernes, 1 de junio de 2007

El elevador de la escalinata de los dioses

Ya les he hablado de la escalinata de los dioses, sobre todo les he comentado que se trata de toda una hazaña para los que no gustan de hacer ejercicio, el subir sus más de doscientos escalones. Pues bien, hace ya algunos años, un noble decidió que no estaba dispuesto a subir esa escalera cuando tuviese que ir de vuelta a su casa y mucho menos dar un rodeo para subir por alguna de las otras calles que suben por la ladera de la montaña que lleva al castillo del rey y que es donde se concentran las casas de todas las personas con dinero o títulos de la ciudad. Así pues, decidió que había que poner una solución a la situación y encargo al gremio de ingenieros enanos la construcción de un sistema de poleas que sirviera para ascender una especie de carruaje, sujeto por cadenas a las poleas sin esfuerzo alguno para sus ocupantes, algo similar al sistema de ascensores ideado por los enanos para subir mercancías y gente a lo alto del promontorio donde se asienta la ciudadela enana.

Pues bien, los deseos de ese noble se vieron satisfechos, no sin antes desembolsar una cuantiosa suma de dinero, que fue a parar a las arcas del gremio de ingenieros enanos, y en un par de años, estos habían construido el elevador que el noble había ansiado. Por supuesto, se convirtió en todo un exito entre los nobles, y finalmente llego a convertirse incluso en una fuente de ingresos para el noble que tuvo la idea, que comenzó a cobrar una pequeña suma a todos los que querían emplear el elevador para evitar los escalones de la escalinata de los dioses. Por supuesto, la suma solicitada por el servicio solo estaba al alcance de los más adinerados, y se convertiría en todo un sintoma de poderío dentro de la ciudad. Esto sería más cierto aún, cuando un par de años después el mismisimo rey del reino decidiese probarlo. Un par de doblones por pierna y por trayecto, eran una suma que no todos podían pagar. Sin embargo la fama de ese elevador se hizo tan grande que muchos habitantes de la ciudad y de otras partes del reino decidieron usar sus ahorros en un viaje que se les antojaba fantástico. Con las mejores vistas de la ciudad, y que decir cuando el sol se pone y tiñe de rojo el cielo, todo un espectaculo.

Sin duda, le debo muchoa ese elevador, pues gracias a el, y las tres doblones por pierna que deben pagarme aquellos a los que guio en su visita a la ciudad he conseguido juntar una pequeña fortuna, que de no ser por mi mala suerte con las cartas, el proximo día que visite el Tahur con suerte, todo cambiará.... pero bueno esa será otra historia.

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