Bienvenido a Diamanterra, conocela gracías al punto de vista de este peculiar personaje.

martes, 12 de junio de 2007

El Tahur con suerte

Todo el mundo lo sabe, pero todos aparentan no saber nada. El Tahur con suerte, es el principal local de juego clandestino de la ciudad de Diamanterra. Dentro de sus paredes se encuentra ubicado en el sotano la salda de juego donde más dinero se puede ganar o perder. La fachada indica que en su interior podremos encontrar una posada, regentada por Klaus Estriganov, un corpulento hombre venido de las tierras del norte del imperio, de un lugar muy cercano a la frontera con Kislev. Y cuando uno entra, puede encontrarse precisamente eso, una posada, de cierta clase y que aparenta ser un lugar tranquilo.

Las mesas están cubiertas por manteles elegantemente bordados, las ventanas hechas con cristales tintados, no dejan ver al interior (o al exterior según se necesite) solo se pueden entrever siluetas a través de ellas. El suelo y paredes estan recubiertas de madera bien barnizada y cuidado. En defnitiva todo el lugar presenta un buen aspecto. De igual forma que mucha de su clientela, que aunque no muy abundante si que es cuanto menos elegante a la hora de vestir.

Pero lo de verdad interesante de este lugar no se encuentra a primera vista, ni siquiera se encuentra en el edificio en si. Los que cuentan con una invitación (que no son muchos) pueden acceder a uno de los reservados de la posada, concretamente al último situado junto a la barra donde se situa Klaus. En su interior, hay camuflada una trampilla, que lleva a los invitados a un sotano situado bajo la posada, empleado aparentemente como bodega. Sin embargo, quienes descienden por la trampilla, activan al mismo tiempo una trampilla situada en una de las paredes (convenientemente resguardada de un vistazo inicial tras unos barriles), que llevará a través de un estrecho corredor de unos quince metros a una sala donde de verdad se juegan las partidas.

Puedo aseguraros que más de una vez consegui una de esas ansiadas invitaciones y pude participar en las partidas de cartas que allí se estaban jugando. No fue mi día, y por los dioses de la suerte, que la proxima vez que consiga una invitación, la suerte estará de mi lado, pero en esas ocasiones perdi todo lo que había llevado. Y a decir verdad, no perdi más, porque los dos matones que velaban por la partida, controlaron a aquel hombre que insinuaba que estaba haciendo trampas. A decir verdad, tuve mucha suerte, cuando los dos matones me arrastraron fuera del lugar, me perdonaron la vida y solo me rompieron un par de huesos. Porqué así es, en el lugar, no gustan de tramposos, y hay que andarse con ojo en caso de querer hacer trampas o podréis acabar muy mal. Por lo demás, el lugar no me acabó de convencer, demasiado recargado en su decoración para mi gusto, mucho más que la posada que sirve como tapadera. Quizás sea porque tal y como se dice, hay más de noble importante de la ciudad que acude de vez en cuando y a buen seguro, a esos individuos no les gusta jugar en una sordida sala donde la inmundicia y restos de bebida cubran el suelo. De hecho, corre el rumor, de que hasta en alguna ocasión, el mismisimo rey ha acudido al lugar a alguna partida, aunque se trata de algo que nunca nadie ha podido asegurar ni se atrevería a decir muy alto.

viernes, 1 de junio de 2007

El elevador de la escalinata de los dioses

Ya les he hablado de la escalinata de los dioses, sobre todo les he comentado que se trata de toda una hazaña para los que no gustan de hacer ejercicio, el subir sus más de doscientos escalones. Pues bien, hace ya algunos años, un noble decidió que no estaba dispuesto a subir esa escalera cuando tuviese que ir de vuelta a su casa y mucho menos dar un rodeo para subir por alguna de las otras calles que suben por la ladera de la montaña que lleva al castillo del rey y que es donde se concentran las casas de todas las personas con dinero o títulos de la ciudad. Así pues, decidió que había que poner una solución a la situación y encargo al gremio de ingenieros enanos la construcción de un sistema de poleas que sirviera para ascender una especie de carruaje, sujeto por cadenas a las poleas sin esfuerzo alguno para sus ocupantes, algo similar al sistema de ascensores ideado por los enanos para subir mercancías y gente a lo alto del promontorio donde se asienta la ciudadela enana.

Pues bien, los deseos de ese noble se vieron satisfechos, no sin antes desembolsar una cuantiosa suma de dinero, que fue a parar a las arcas del gremio de ingenieros enanos, y en un par de años, estos habían construido el elevador que el noble había ansiado. Por supuesto, se convirtió en todo un exito entre los nobles, y finalmente llego a convertirse incluso en una fuente de ingresos para el noble que tuvo la idea, que comenzó a cobrar una pequeña suma a todos los que querían emplear el elevador para evitar los escalones de la escalinata de los dioses. Por supuesto, la suma solicitada por el servicio solo estaba al alcance de los más adinerados, y se convertiría en todo un sintoma de poderío dentro de la ciudad. Esto sería más cierto aún, cuando un par de años después el mismisimo rey del reino decidiese probarlo. Un par de doblones por pierna y por trayecto, eran una suma que no todos podían pagar. Sin embargo la fama de ese elevador se hizo tan grande que muchos habitantes de la ciudad y de otras partes del reino decidieron usar sus ahorros en un viaje que se les antojaba fantástico. Con las mejores vistas de la ciudad, y que decir cuando el sol se pone y tiñe de rojo el cielo, todo un espectaculo.

Sin duda, le debo muchoa ese elevador, pues gracias a el, y las tres doblones por pierna que deben pagarme aquellos a los que guio en su visita a la ciudad he conseguido juntar una pequeña fortuna, que de no ser por mi mala suerte con las cartas, el proximo día que visite el Tahur con suerte, todo cambiará.... pero bueno esa será otra historia.