Bienvenido a Diamanterra, conocela gracías al punto de vista de este peculiar personaje.

jueves, 31 de mayo de 2007

Un paseo frustado

El otro día me senti cual extranjero. Estaba acompañando a unos invitados por la zona más pompa de la ciudad. Si el famoso barrio rico de Diamanterra, ... ese donde los nobles deciden los devenires de la ciudad y donde.... bueno mejor no sigo. Bien, acompañaba yo a mis invitados y tras ascender por la escalinata de los dioses, sin duda ese nombre se lo tiene ganado a pulso pues se trata de toda una odisea el subir sus más de doscientos empinados escalones sin acabar con el aliento de uno, uno de esos guardías con sus armaduras tan ornamentadas decidió que no seríamos bien recibidos en el barrio alto. De no ser por sus otros cuatro acompañantes, todos ellos fuertemente acorazados y con la pinta de no saber que un par de coronas de oro, podrían servirles para mirar a otro lado mientras nosotros nos internabamos en el barrio alto, hubiese mostrado a los invitados algunos de los edificios más fastuosos de la ciudad. Sin embargo tuvieron que conformarse con la visión del templo de Verenna que preside la plaza de la devoción (donde culmina la escalinata de los dioses) donde estaba celebrandose algo y de ahí la presencia de todos aquellos guardias, que no nos permitieron siquiera quedarnos unos segundos a observar.

Mis acompañantes no pudieron gozar de ese placer, y a regañadientes volvieron a bajar las escaleras, aun a pesar del cansancio. Fue una pena, seguro que hubieran disfrutado con un pequeño paseo por las calles que hay más allá de la muralla del rey. Hace algún tiempo yo si que pude darme un paseo por las calles del susodicho barrio alto y les puedo asegurar que merece la pena. Allí si que le apetece a uno vivir. Las calles no están infestadas de ratas como sucede en otros muchos sitios de la ciudad, la gente que recorre las calles va perfumada y el aroma de las flores llega desde los jardines del rey, un parque situado junto al acantilado y cerca del cual está el santuario real. Estoy seguro que algún día, volveré a pasear por esas calles, aunque antes tendre que descubrir una nueva forma de zafarme de los guardias que protegen la muralla del rey.

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